jueves, 18 de octubre de 2007

Seguramente el Che habría leído a Bolaño

La marcha supone además la liviandad, la ligereza, la rapidez. Hay a que desprenderse de todo, estar liviano y marchar. Pero Guevara mantiene cierta pesadez. En Bolivia, ya sin fuerzas, llevaba libros encima. Cuando es detenido en Ñancahuazu, cuando es capturado después de la odisea que conocemos, una odisea que supone la necesidad de moverse incesantemente y de huir del cerco, lo único que conserva (porque ha perdido todo, no tiene ni zapatos) es un portafolio de cuero, que tiene atado al cinturón, en su costado derecho, donde guarda su diario de campaña y sus libros. Todos se desprenden de aquello que dificulta la marcha y la fuga, pero Guevara sigue todavía conservando los libros, que pesan y son lo contrario de la ligereza que exige la marcha. (Ricardo Piglia, de su libro El último lector, el cuarto capítulo: “Ernesto Guevara, rastros de lectura” pp.108-109)

Como gesto de una necesaria reunión imposible, este marcador de páginas me acompañó durante la lectura de 2666. De seguro el Che habría leído a Bolaño. En este instante el Che salí a fumar y pensar. Las páginas que leía eran las siguientes:

“Mientras por la tele pasaban ese reportaje Fate soñó con un tipo sobre el cual había escrito una crónica, la primera crónica que publicó en Amanecer Negro después de que la revista le rechazara tres trabajos. El tipo era un negro viejo, mucho más viejo que Seaman, que vivía en Brooklyn y era miembro del Partido Comunista de los Estados Unidos de América. Cuando lo conoció ya no quedaba ni un solo comunista en Brooklyn, pero el tipo seguía manteniendo operativa la célula. ¿Cómo se llamaba? Antonio Ulises Jones, aunque los jóvenes de su barrio lo llamaban Scottsboro Boy. También lo llaman Viejo loco o Saco de Huesos o Pellejo, pero por regla general lo llamaban Scottsboro Boy, entre otras razones porque el viejo Antonio Jones hablaba a menudo de los sucesos de Scottsboro, de los juicios de Scottsboro, de los negros que estuvieron a punto de ser linchados en Scottsboro y de los que nadie, en su barrio de Brooklyn, se acordaba.

Cuando Fate, por pura casualidad, lo conoció, Antonio Jones debía tener unos ochenta años y vivía en un apartamento de dos habitaciones en una de las zonas más depauperadas de Brooklyn. En la sala había una mesa y más de quince sillas, de esas viejas sillas de bar plegables, de madera y patas largas y respaldo corto. En la pared estaba colgada la foto de un tipo muy grande, de un par de metros, por lo menos, vestido como un obrero de la época, en el momento de recibir un diploma escolar de manos de un niño que miraba directamente a la cámara y sonreía mostrando una dentadura blanquísima y perfecta. El rostro del obrero gigantesco también, a su manera, parecía el de un niño.

–Ese soy yo –le dijo Antonio Jones a Fate la primera vez que éste fue a su casa–, y el grandulón es Robert Martillo Smith, obrero de mantenimiento del municipio de Booklyn, experto en meterse dentro de las alcantarillas y luchar con cocodrilos de diez metros.

Durante las tres charlas que mantuvieron, Fate le hizo muchas preguntas, algunas destinadas a removerle la conciencia al viejo. Le preguntó por Stalin y Antonio Jones le respondió que Stalin era un hijo de puta. Le preguntó por Lenin y Antonio Jones le respondió que Lenin era un hijo de puta. Le preguntó por Marx y Antonio Jones le respondió que por ahí, precisamente, tenía que haber empezado: Marx era un tipo magnífico. A partir de ese momento Antonio Jones se puso a hablar de Marx en los mejores términos. Sólo había una cosa de Marx que no le gustaba: su irritabilidad. Esto lo achacaba a la pobreza, puesto que para Jones la pobreza generaba no sólo enfermedades y rencores sino también irritabilidad. La siguiente pregunta de Fate fue su opinión acerca de la caída del Muro de Berlín y el sucesivo desplome de los regímenes de socialismo real. Era predecible, yo lo vaticiné diez años antes de que ocurriera, fue la respuesta de Antonio Jones. Luego, sin que viniera a cuento, se puso a cantar la Internacional. Abrió la ventana y con una voz profunda que Fate no le hubiera supuesto jamás, entonó las primeras estrofas: Arriba los pobres del mundo, de pie esclavos sin pan. Cuando hubo terminado de cantar le preguntó a Fate si no le parecía que era un himno hecho especialmente para los negros. No lo sé, dijo Fate, nunca lo había pensado de esa manera. Más tarde, Jones le hizo un croquis mental sobre los comunistas de Brooklyn. Durante la Segunda Guerra Mundial habían sido más de mil. Después de la guerra el número subió a mil trescientos. Cuando empezó el macarthysmo ya sólo eran setecientos, aproximadamente, y cuando terminó no quedaban más que doscientos comunistas en Brooklyn. En los años sesenta sólo había la mitad y a principios de los setenta uno no podía contar más de treinta comunistas desparramados en cinco células irreductibles. A finales de los setenta sólo quedaban diez. Y a principios de los ochenta ya sólo había cuatro. Durante esa década, de los cuatro que quedaban dos murieron de cáncer y uno se dio de baja sin avisarle nada a nadie. Tal vez sólo se fue de viaje y murió en el camino de ida o en el camino de vuelta, reflexionó Antonio Jones. Lo cierto es que nunca más apareció, ni por el local ni por su casa ni por los bares que solía frecuentar. Tal vez se fue a vivir con su hija en Florida. Era judío y tenía una hija que vivía allá. Lo cierto es que en 1987 ya sólo quedaba yo. Y sigo aquí, dijo. ¿Por qué?, preguntó Fate. Durante unos segundos Antonio Jones meditó la respuesta que iba a dar. Finalmente lo miró a los ojos y le dijo:

–Porque alguien tiene que mantener operativa la célula.”

(Roberto Bolaño, 2666, pp.329-331).

martes, 16 de octubre de 2007

Comentario de In Rainbows, el nuevo disco de Radiohead


In Rainbows se titula el séptimo y esperado disco que Radiohead acaba de editar. Este lanzamiento reviste características particulares, no sólo porque confirma la existencia y vigencia de la banda inglesa, aplacando los eternos rumores de fin que los circundan (cuatros años van desde su última producción), sino que por la forma de comercialización: el disco se descarga desde la página que la banda habilitó para ello (www.inrainbows.com), pagando lo que el usuario quiera pagar. De este modo el 10 de octubre todos los fanáticos que compraron el disco recibieron un correo electrónico con la autorización para la descarga. Este gesto, pionero a nivel de las grandes ligas discográficas, ha generado un revuelo que no deja a nadie indiferente, antecediendo musicalmente la aparición de estos 10 temas. Hay que aclarar además que el disco tendrá un soporte material en una edición de lujo que traerá dos vinilos, el disco con el material descargado y otro con canciones extras, junto, por supuesto, a la autorización inmediata de descarga digital. Su costo es de aproximadamente 40 mil pesos chilenos y se distribuirá globalmente a partir del 3 de diciembre. En rigor, entonces, por ahora accedemos a la primera parte de la séptima placa de esta banda.

Esta idea de comercialización virtual sin sello alguno –ahorrándose todos los costos asociados–, viene antecedido por el uso de Internet que han realizado para informar a su público, pues a través de un blog (www.radiohead.com/deadairspace) han dado escuetas informaciones mediante noticias, links y fotografías del proceso de grabación, llegando incluso a los mensajes encriptados, donde pequeños cuadritos con distintos gestos han tenido de cabeza a la comunidad de fanáticos descifrando los códigos. Esto blog es finalmente una bitácora, vestigio del silencioso y hermético proceso que han llevado durante la grabación.

El disco posee una sonoridad que va de lo complejo a lo sencillo, reuniendo matices electrónicos como en sus últimos discos, conjugados con la crudeza instrumental de sus inicios. Vuelven a escucharse las guitarras en un disco que mantiene la atmósfera introspectiva de la banda, como un viaje interior que pasa por el desarraigo y el cobijo de sutiles melodías llevadas por la carismática voz de Thom Yorke.

La visceralidad que se respira en la vuelta a un sonido más crudo, está precedido por las incursiones en la electrónica (realizada analógicamente) de discos anteriores (Kid A, Amnesiac) y en particular de The Eraser, el disco solista de Yorke, el cual él mismo planteó como una forma de purgar este ímpetu electrónico que lo tenía poseído.

De este modo echan mano a su propia historia musical, acercándose más a lo realizado en su disco Hail to the thief. Las disímiles atmósferas y lugares están en sintonía mediante texturas que evocan la melancolía o nostalgia, surcadas por las profundidades de sus letras y sonidos.

El tema que abre los fuegos, “15 Step”, lo hace con una secuencia de reminiscencias electrónicas y juega con bases, que son intercaladas por una guitarra y voces que generan un ambiente etéreo, suavizando la dureza rítmica. En esta misma línea se encuentran, “Weird Fishes/Arpeggi”, “Reckoner”, “House of Cards” y “Jigsaw Falling Into Place”, piezas musicales más bien pausadas y armoniosas en las cuales se vuelve a cierta simplicidad, evocando a ratos el Ok Computer.

Otros dos temas que destacan por su sencillez son “Faust Arp” y “Videotape”: el primero está realizado sólo con guitarra acústica y orquestación de cuerdas, donde la letra es ametrallada; y el segundo posee un inicio en piano, dándole todo el espacio al descampado que genera la voz de Thom Yorke.

“Bodysnatchers” es una excepción dentro del disco, pues posee la dureza y pureza roquera de antaño, siendo una canción que lleva al frenesí a la banda con un sonido áspero, en el cual el coro nos dice “I have no idea what I am talking about / I'm trapped in this body and can't get out” [No tengo idea de lo que estoy hablando / Estoy atrapado en este cuerpo y no puedo salir].

Por último, los temas “Nude” y “All I Need” completan este Arcoiris de tonos pastel a ratos monocromo, con una versión más sintetizada del paisaje interior que los ingleses dibujan.

Las letras tienen ciertos ejes que se repiten, siendo el encierro y la angustia tópicos presentes, conjugados de manera inteligente y con una potencia que permite leer y releer las canciones. Al respecto el disco plantea más interrogantes que respuestas, donde lo existencial y el sentimiento de absurdo ante el mundo van acompañando la música. Las metáforas y sentidos explotan a lo largo de las canciones. Por ejemplo en “All I Need”: “I'm an animal /Trapped in your parked car ... I'm just an insect / trying to get out of the night” [Soy un animal / atrapado en tu auto estacionado ... sólo soy un insecto / tratando de salir de la noche].

En resumen, estos 10 primeros temas están a la altura de lo que se espera de esta banda, lo que no es poco. Sólo queda escucharlos y esperar para ver los efectos colaterales de este mecanismo de difusión y distribución independiente, hito en la historia de la industria discográfica, y de esta nueva entrega para este puzzle musical de Radiohaed.

Hipervínculos:

Debido a que la banda no piensa publicar el número de discos vendidos ni el promedio, en el siguiente sitio se está encuestando a los compradores para calcular las ventas y ganancias, datos necesarios para tamaño golpe al mercado: http://www.whatpricedidyouchoose.com/

Para firmar un petitorio latinoamericano con el fin de que vengan al continente, visiten: http://www.petitiononline.com/RhLatin/